13/9/10

Siby

A 57 kilómetros de Bamako y una hora de coche, siguiendo hacia el suroeste el curso del Níger durante un trecho, está Siby. Allí se graban videoclips y allí pasamos un fin de semana, lleno de primeras veces, que cambió la idea que nos habíamos hecho de Mali a través de su capital.

Subimos al monte para ver el arco de Kamadjan. Plantamos mangos y otros árboles, para que solo nos quede escribir libros y tener hijos. Nos refrescamos, unos más que otros, en una cascada. Visitamos a la media docena de familias del poblado de Kalassa, donde nos alojábamos, en chozas de barro; entregamos ropa a sus ancianos y matrona para que las repartieran entre los (a ojo) 300 habitantes. Comimos con las manos un cabrito recién sacrificado. Vimos el "albergue para artistas" que la Agencia Española de Cooperación Internacional tiene montado. Compramos jabones y cremas de karité, metros cortos de tela y rapé para la congestión nasal, cuya eficacia jamás comprobaremos. O sea, hicimos de todo, menos ducharnos.

(Tampoco saqué fotos: las que decoran esto son obra de Sira).

Kalassa está a algunos kilómetros de Siby. No tiene luz. No tiene agua corriente, más allá de un pozo con bomba que instaló hace un par de años el gobierno italiano. No tiene escuela: tiene un aula para la alfabetización de adultos, pero los niños tienen que caminar hasta el colegio de Siby. El cabecilla del poblado quería que colaboráramos de alguna manera en la construcción de un colegio, una inversión que si mal no recuerdo superaría los 20.000€, y estaba dispuesto a vender sus tierras a buen precio para la causa. Pero ¿no sería mejor maximizar el uso de la escuela para adultos o incluso poner un autobús para ir al colegio de Siby cada día?

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