31/8/10

Bandeja de entrada (1)

"Tendrás un montón de cosas que contar". Pues no sé, porque no sé por dónde empezar. Debería ordenar mis ideas primero, antes de empezar a hablar y mucho menos a escribir, pero quizá lo consiga más rápido volcándolas aquí, a modo de email que luego copiar y pegar. Perdonadme las incoherencias.

Por fin me siento con fuerzas de contar un poco lo que ha sido mi último mes. Parece que la congestión y la diarrea remiten y empiezo a sacar fuerzas de estos 61 kilos que se me han quedado.

Me ha encantado ir a Mali. Ha sido genial conocer un país al que de otra manera no hubiera ido nunca y que me ha sorprendido positivamente en muchos aspectos, aparte del flipamiento general que daba por descontado.

Es un sitio muy pobre, muy pobre, muy pobre, lo más pobre que he visto en mi vida, un lugar en el que entiendes las estadísticas que hablan de “sobrevivir con menos de un euro al día”. Pero es un país con muchas ventajas: es democrático, con mucha estabilidad social, una legislación más o menos de acuerdo con los derechos humanos, escolarización universal, relativamente poca incidencia de sida y en el que más segura me he sentido.

También es cierto que la legislación no se cumple: la ablación se practica a un 97% de mujeres, aunque esté prohibida; el 80% de la población es analfabeta. Aparte de la deuda externa y blablá, de alguna manera, las barreras las pone la propia sociedad.

He estado tres semanas en un centro de acogida de menores “en situación difícil”. Así lo describen, atinadamente, allí. Una problemática muy representativa es la de las madres solteras: niñas analfabetas, que van del pueblo a la ciudad a trabajar de servicio por cuatro perras (literalmente, menos de 10 euros al mes), quedan embarazadas y la patrona las “deja perderse” un día que van al mercado. En Kanuya las recogen y se preocupan de que estén debidamente atendidas hasta el parto, porque allí, ni los médicos tratan bien a estas chicas. Una vez que dan a luz, los psicólogos y educadores se encargan también de mediar con la familia, para que sean “readmitidas”.

También había niños encontrados en la calle (fugados porque se les maltrataba o abandonados por sus discapacidades psicológicas, por ejemplo), niñas acusadas por sus familias de robar, aunque, en este momento, ninguno con problemas con la ley, una niña considerada una maldición por su familia y ella misma, y muchos, incluso hermanos, que podían ir al colegio gracias a estar internos allí.

En realidad, todos estaban perfectamente cuidados por personas formadas. Como dijo Haby, una de las niñas: “Comemos bien, dormimos bien y nos tratan bien”.

Ellos, y todo el país, está muy preocupado por lo que vayas a contar a la vuelta. Se esfuerzan muchísimo por hacerse entender, ayudarte, etc. Y los blancos son un put* show, para bien o para mal. Te miran, te señalan, te saludan, te gritan, incluso te hacen fotos. (Como tú a ellos).

Además, hicimos dos excursiones, durante los fines de semana, muy interesantes: a un poblacho de mierd*, con casas de barro y techo de paja, sin luz ni agua corriente, con 300 habitantes, pero solo una decena de familias; y a una ciudad, antigua capital, con supuesto interés turístico. (Esto merece post aparte con fotos y anécdotas).

Y como comprenderéis, también tengo mis pegas... Pero en fin, que creo que ya estoy dando demasiada chapa. Abrevio: ha sido una experiencia muy positiva que no sé si repetiré.

30/8/10

Las fases

Hay tres fases por las que todo voluntario pasa. Se corresponden, en este caso y casi matemáticamente, con las tres semanas de viaje.

Fase 1. Flipas. Tienes muchas ganas de hacer cosas y todo te parece maravilloso.

Fase 2. Te rayas. Te preguntas qué coñ* haces ahí y todo te parece equivocado.

Fase 3. Disfrutas. Empiezas a recrearte de verdad, relajadamente, te manejas bien y no te quieres ir.

Esta fase puede incluir comprar y llevar ropa local y creer que la usarás también a la vuelta. Sobra decir que a mí, esto, no me pasa ni cuando viajo dentro de España.

La cuarta fase aún no la puedo describir, porque la estoy pasando. Solo avanzo que es más difícil sacar conclusiones sobre tus estados anímicos y que dura ya más de una semana.

29/8/10

La higiene

En Kanuya, igual que en el resto del país, cocinan en el suelo y con las manos. Como comen. Solo se llevan a la boca la mano derecha, porque la otra es para limpiarse el culo con ayuda de agua servida en teteras. ¿Es antihigiénico? No, si tienen cuidado de lavarse las manos adecuadamente y se evita manchar los cacharros por la parte de la comida, y así lo hacen. Se lavan concienzudamente.

Se lavan manos, pies y orejas incluso para rezar, que no es necesario.

Los baños se limitan a agujeros en el suelo, pero todos se encargan de que estén presentables para el siguiente. Menos yo, que me quedé sin agua una vez que… Huele como un baño de área de servicio concurrida y se acumulan moscas, pero hay moscas en todas partes. Hay tantas moscas que te olvidas de ellas, salvo para cocinar: al ayudar a preparar las famosas galletas de Haby me asignaron la función de abanicar la masa con un plato para apartarlas del dulce.

El edificio de las chicas está de obras de ampliación. Tiene un baño “normal”, con ducha, taza, lavabo y agua corriente. La única diferencia es que no hay plato de ducha porque todo el suelo hace la función; así era también en nuestro súper-alojamiento.

Las habitaciones están limpias, tienen buenas mosquiteras y ventiladores eléctricos para evitar los mosquitos y prevenir la malaria. (En tres semanas padecieron paludismo dos personas). Me llevé un saco-sábana la noche que me quedé a dormir, pero no lo utilicé porque compartía cuarto con Haby. La funda del colchón olía penetrantemente y aunque no estuviera húmeda, lo parecía. Puse una camiseta para apoyar la cara. Me despertaron temprano, al encender la luz, y ya había una chica esperando a que me fuera para barrer con el clásico ato de ramitas.

Las camas de la foto, en la habitación de los chicos, son las únicas inutilizables. Por eso no se utilizan.

Llevan la misma ropa varios días. Como yo, si hay que lavarla a mano. Me enterneció cuando, inmediatamente después de jugar el partido de fútbol en un lodazal, estrenando las camisetas de la Real, las lavaron. Quizá pensaron que las tenían que devolver. Duermen con la ropa del día: no existen los pijamas.

Casi todo el mundo tiene y lleva chanclas. Son prácticas durante la estación de lluvias, para pasar los charcos. Se descalzan al entrar en las casas y al sentarse en el suelo sobre alfombras. Están tan cómodos descalzos que se quitan las chanclas también para bailar. Y bailan mucho.

La enfermería es lo que es. Como muchas estancias, tiene la arquitectura, acabado y decoración de un garaje cerrado en España, pero cuando una compañera se raspó el codo, el enfermero se puso guantes para hacer la cura.

Otro ejemplo de solución para la falta de material: cuando hacen jabón para venderlo en el mercado, manejan un producto químico abrasivo (que solo recuerdo que no es sosa cáustica) y para ello se enfundan las manos en varias bolsas de plástico y unos calcetines.

Tienen pollos y una vaca dando vueltas por ahí. La calle en España está más limpia que los exteriores de Kanuya, pero Kanuya está más limpio que muchas casas malienses. El estándar de las instalaciones es bien diferente al nuestro, en todo el país, pero Kanuya no destaca por la escasez y son muy cuidadosos cuando es importante serlo.

Y esto lo cuento porque me lo preguntan.

28/8/10

Fatou Sidibé

En Mali ponen nombre maliense a quien consideran de la familia. En mi caso, fue más bien que a Nandy le dio pereza memorizar el mío. Normal. A partir de ahora me pondré un nombre local allá donde vaya. El segundo día, me bautizó Fatou [fatú] que es la abreviación de Fatoumata, el nombre (árabe) de la primera hija de Mahoma; es decir, Fátima. De hecho, a las Fatou también se nos llama Fatim. O Fify, en plan pijo. O Fanta, en plan refresco. Todas son variantes de este nombre tan corriente como María; en Kanuya había... muchas.

Para los malienses el apellido es importantísimo. Tanto que si les preguntas “cómo te llamas”, lo incluyen. Siempre. Hay pocos, se repiten mucho, y corresponden a clanes. Cada clan es de una etnia determinada que además, tradicionalmente se asocia a un oficio, y no todas las etnias pueden casarse entre sí.

Cuando un vendedor del mercado de artesanía me preguntó el nombre y lo dejé en Fatou, insistió. “Pues no tengo apellido maliense, como comprenderá, si quiere le digo el mío, pero no se lo recomiendo”. Así me dio el suyo: Sidibé. Me dijo que “era bueno”, de la etnia peul, que es ganadera y cuyas mujeres se tatúan los labios de negro y llevan adornos donde irían los tirabuzones de los judíos ortodoxos.

Tuve que utilizar mi nombre maliense completo varias veces, por ejemplo, para montar en el autobús, porque en lugar de darte un número de billete, pasan lista. Siempre se divirtieron con mis rasgos étnicos y se apresuraron a explicarme si me podía casar con cada uno de ellos.

27/8/10

Bambara

Desde el primer día, nos sumamos a las lecciones de alfabetización en bambara que imparten el centro de acogida. Nos colaron que sabían leer, porque aprendían de memoria el orden de palabras que conocen perfectamente. Nosotros, exactamente al contrario, podíamos juntar la be con la a, sin entender lo que decíamos.

Tiempo después, cuando les pedimos que hicieran un dibujo que incluyera su propio nombre, menos de la mitad pudieron escribirlo sin ayuda de la profesora.

Además de a ni che (“hola” y también “gracias”), he aprendido para siempre lo que es tubabu, porque los niños por la calle te señalan gritándolo: “blanco”. Para responder “adecuadamente” y despertar alguna risa, he tenido que saber decir farafin (“negro”).


Si mis nociones de bambara terminaran aquí, se tendría una pequeña idea de lo que suponen los blancos en Mali: llamamos muchísimo la atención, todo el mundo te mira, te saluda desde los vehículos, te saca fotos si hay un móvil a mano, te hace sentir embajador de la ONU, te habla siempre que puede hacerlo en francés, te pregunta de dónde eres (para decir a continuación: “Champions du monde!”), te ayuda a encontrar lo que necesitas, te pide matrimonio, porque son especialmente los hombres quienes se dirigen a ti. También intentan cobrar más de la cuenta y, por encima de todo, se preocupan de lo que vas a contar a la vuelta: quieren causar una buena impresión.

Esto tiene una lectura positiva: son acogedores y están bastante orgullosos de su país. Pero también se puede interpretar de otra manera: sufren cierto complejo de inferioridad, si tener invitados blancos, por ejemplo, es una honra. Con cierta confianza, pueden sugerir que te acompañan a España y se ha dado el caso de padres que ofrecen para eso a sus niños. Saben que somos millonarios.

Claro que, bien mirado, tener amigos negros también mola por estos lares; y ya ni te cuento si además son maricas. Pero es que he aprendido bambara más allá de la distinción racial. Por lo visto, los americanos hablan en tres meses, pero yo, que ni siquiera he estado uno, solo puedo aspirar a hacer de memoria un mini-diccionario:

A ni che es “hola”; dicho. Las mujeres deben responder diciendo muse y los hombres, onba. El saludo continúa durante cinco minutos, porque se pregunta por la salud de la familia y demás cuestiones, pero eso ya no lo sé hacer. A ni che sirve también para decir “gracias”, pero si se las quieres dar a una única persona, debes decir i ni che.

Kanuya es el nombre del centro de acogida en el que hemos estado: significa “afecto” en sentido amplio.

Soso es “mosquito” y malo, “arroz”. Qué sarcasmo.

Muso es mujer y su plural, musoo.

Baro es algo así como “enunciado” o “charla” y misali, “ejemplo”. Esto no es muy práctico, pero aprendido está.

Togo na?: “¿Cómo te llamas?”. Na togo Fatou y en el próximo post lo explico.
Todas las palabras, o casi, son agudas. Por la ortografía ya no preguntéis: tienen dos oes, gráfica y fonéticamente diferentes, y la e es más bien como un tres volteado, peeero apenas existen textos en bambara: la alfabetización y el conocimiento del francés están estrechamente relacionados.

26/8/10

El sida

La indicendia de VIH y sida en adultos malienses (1'9%) está por debajo de la media en África. Hay unos 100.000 habitantes infectados; en España, donde la población es cuatro veces mayor, llegan a 140.000.

El crecimiento de 2004 a 2008 fue cero: la familia tradicional y el control de la promiscuidad hacen el trabajo duro, pero quizá también ayudan los carteles, abundantes al menos en la capital, de promoción del uso del preservativo.

La lección en Kanuya sobre métodos anticonceptivos en general y el condón en particular estuvo más bien enfocada a evitar embarazos no deseados, y madres solteras aún menos deseadas: las familias las repudian y jamás "encontrarán marido".

Nunca se ha visto un alumnado tan participativo, si bien es cierto que quien se prestaba a la demostración sabía cómo hacerla y no llevaba un bebé a la espalda.

25/8/10

Diez mil palabras

A todo el mundo le gusta hacer fotos. A los japoneses un poco más, pero a los españoles, demasiado también. Será porque es gratis. A algunos incluso les gusta aparecer en ellas. Y Mali no es una excepción. Los niños piden fotota para que se les saquen o extienden la mano para tomar la cámara prestada. A Fatim y Moussa, por ejemplo, les encanta enfocar, encuadrar y hacer clic. Sobre todo hacer clic.

Fatim retratando a BaMoussa concentrado
Son los mejores fotógrafos de su mundo:

Ba. SimplementeLa cocinaLa comida¿Posando?Douda enfadadoOusmane: autorretratoEl enfermero, Haby y Bob descansandoCon los bolsosLa habitación de los chicos-chicosEl anillazo de Bob: autorretratoEl campo de fútbolDice Bernadette, la fundadora del centro de acogida, que los chicos, con nosotros,
"han hecho clic".

24/8/10

Día 22

De vuelta (de todo).

Lo de actualizar durante estas tres semanas ha sido misión imposible: la débil conexión no permitió aprovechar la única oportunidad que se presentó, pero se recuperará el tiempo (no perdido).

La desconexión ha sido tal que hasta hoy no he sabido de las buenas nuevas. Puede haber ocurrido cualquier cosa en los últimos días.

Para abrir boca, los tres posts que el coordinador de los micro-proyectos sí pudo colgar en el blog de Pandora gracias a sus enchufes malienses.

Primera parte de la llegada
30/07/2010
Me ha sorprendido no sorprenderme cuando he llegado a Bamako por segunda vez. Bakary dice que es una anarquia organizada. Comparto su opinion. Es un caos, un bullicio constante, no da tiempo a mirar todo lo uno querria mirar... Pero en una segunda visita, todo resulta famiar, reconocido, acogedor. Los proyectos sobre el terreno resultan, claro!, todavia mas apasionantes. Y las faltas de orotgrafia se deben al teclado francés.

La ciudad, el lugar de los posibles
09/08/2010
Ya llevamos una semana absorbiendo Bamako desde el momento de la llegada, hipnotizados por sus colores, olores, sabores y su gente acogedora. Absorbidos por los proyectos, nos faltan horas para llevar a cabo todo lo que se podria hacer. En Fruits d'Or, los padres de los chavales apadrinados nos han dado una gran fiesta, con musica, baile y un obsequio a Pandora; nosotros hemos preparado una ensaladilla rusa de estrella Michelin. En Kanuya nos han acogido con los brazos abiertos. Estamos expectantes para ver todo lo que podemos aportar a unos chicos que proceden mayormente de zonas rurales y que han venido a la locura de la cuidad a buscar una salida, a esta ciudad que, pese a todo, y como todas, es el lugar de los posibles.

"Quiero estudiar derecho para acabar con las injusticias"
17/08/2010
Nos dicen los chavales de Kanuya que, pese a su dificil situacion, van o qieren ir a la universidad. Bamako sigue luciendo sus colores luminosos, pero, naturalmente, también nos muestra los aspectos sombrios. Ya lo sabemos, por eso venimos. Estamos a punto de regresar y tenemos ganas de continuar; segun pasa el tiempo vamos encontrando mas y mas cosas por hacer. Tambien lo sabiamos. Habra mas oportunidades.
Es su voz, pero da una buena idea de lo "visto y no visto" que han sido estas tres semanas. No nos engañemos: África no es otro mundo, sino este mismito, y aún así, o por eso, va para rato, asimilar todo.

¿Por dónde empezar a contar? Vaya por delante que, de momento, las luces ganan a las sombras.

3/8/10

Día 1

Quién sabe si podremos conectarnos y cuándo. Vamos a montar ordenadores: malo sea que no se pueda actualizar esto de vez en cuando, pero dejo programada la primera entrada, por si acaso.

Está previsto "para hoy" visitar la embajada española y el jardín de infancia y el centro de acogida, para valorar in situ nuestros planes. Entre tanto, me llevo en mente otro objetivo: grabar en vídeo todito lo que se pueda.

Se ha coordinado a todos los micro-proyectos de AIPC Pandora para grabar lo mismo y poder montarlo luego conjunta y comparativamente. Ahí va la chuleta de recursos:

Momentos cotidianos. Llegada. Primera hora: el despertar, el inicio del día. La hora de la comida. Las actividades con los voluntarios. Actividades grupales como manualidades, actuaciones musicales o teatrales. Las abores de los voluntarios en el proyecto. Avances que va produciendo la intervención: "antes y después". Y despedida (ejem).

Entrevistas. A los voluntarios: cómo viven la experiencia y qué les aporta. A las personas beneficiarias: responsables y niños. Especialmente a estos se les puede preguntar por conceptos abstractos: ¿eres feliz?, ¿qué es la felicidad?, ¿qué te pone contento?, ¿y triste?, ¿qué es pensar?, ¿a qué tienes miedo?, ¿cuál es tu hogar?, ¿te gusta que vengan voluntarios en verano?, ¿por qué vienen?, etc.

Se podría grabar a diferentes personas, locales o no, diciendo simplemente "gracias" a la cámara, en su idioma, en castellano o como sea.

Otra idea más es prestar cámaras de fotos a los niños, porque les divertirá y porque retratarán su mundo muchísimo mejor que nadie: Se les puede grabar sacándolas y luego montarlo todo con esas mismas fotos.

Visitas turísticas. Que también las hay y prometen.
A partir de aquí, debería empezar a colgar fotos salidas de mi índice. Y eso y que me emociono. Saludos desde Bamako.

2/8/10

Vacunas y visado

Solo hay que salir de España con dos cosas para entrar en Mali: el pasaporte con su correspondiente visado y llevar puesta la vacuna de la fiebre amarilla.

No tengo ni idea de qué es la fiebre amarilla, pero me basta con saber que se conoce también como "vómito negro" para querer estar protegida. Cuesta 18 euros y te la ponen inmediatamente en Sanidad Exterior, donde te dan también la Cartilla de Vacunación Internacional que demuestra que la llevas.

La fiebre amarilla contagia un mosquito, igual que la malaria o el paludismo. Para estas enfermedades no hay vacuna. A cambio, te administran Malarone o similar: es el tratamiento cuando ya se han contraído las altas fiebres, pero sirve de profilaxis con determinada pauta. Una caja de 12 pastillas cuesta casi 45 euros en las comunidades autónomas que no la subvencionan (Euskadi) y un tercio en las que sí (Madrid). Hay que tomar una al día en la comida, desde el día antes del viaje, durante todo el tiempo que se está allí y siete días después de volver: en este caso, 29 pastillas o 3 cajas.

Además, se recomiendan otras, dependiendo del médico que te atienda en el Centro de Vacunación Internacional, de las características del viaje, su duración y tiempo disponible antes del mismo y la salud del viajero.

Tenía la vacuna de la fiebre tifoidea vigente desde el viaje a Guatemala en 2008 y por esto también solo me tuve que poner el recordatorio, tardío, de la hepatitis A. Ambas enfermedades se contagian a través de agua o alimentos contaminados.

Igual que el cólera, que es improbable contraer, pero cuya vacuna oral inactivada (Dukoral) está indicada para cooperantes y en el caso de que se prevea un contacto directo con la población.

La antitetánica me la pusieron gratuitamente cuando correspondía, a los 24 o 26 años. Parece que ya no se considera necesaria para todas las personas, pero sí recomendable para los viajeros. Se transmite a través de las heridas, por lo que es importantísima su limpieza y desinfección.

Meningitis depende de las estaciones: es más peligrosa durante la estancia seca (diciembre-junio). Aún así, me la administraron a cambio de otros 18 euros.

La diarrea es la enfermedad más frecuente, pero como la mayoría de las enfermedades mencionadas se transmiten también a través del agua o los alimentos, hay que tener cuidado con las ingestas. No se pueden comer verduras crudas, si no se han mantenido durante media hora en agua tratada con hipoclorito sódico (lejía apta para consumo humano), a dos gotas por litro. La fruta tiene que estar pelada, si no se puede lavar en agua adecuada. Las carnes y pescados también tienen que consumirse suficientemente cocinados.

Los mosquitos se deben evitar con repelente, ropa larga y oscura y mosquitera by night.

Por precaución que no sea.

El visado es conveniente llevarlo tramitado desde España, aunque se puede hacer excepcionalmente en el aeropuerto de Bamako.

Como no hay embajada de Mali aquí, se expiden en París: hay que mandar allí, a través del consulado en España, el pasaporte, con validez de seis meses después de la fecha de regreso prevista y una página en blanco, dos copias del documento de solicitud relleno y una foto de carné.

El módico precio: 28 euros para la embajada maliense en Francia, 10 euros para el consulado de Mali en España y lo que cueste el envío a París.

Total: un pico, para pasar la aduana hoy en Bamako.

1/8/10

Análisis cultural (previo): Mali

Mónica está casada con un maliense y nos dio información muy valiosa durante la formación. Tanto que podría hacer un análisis cultural ya, con menos prejuicios de lo que hubiera resultado sin aquella sesión.

Geográficamente, Mali se divide, de norte a sur, en desierto, la franja del Sahel y selva. Bamako está en la selva.

Etnográficamente, el país cuenta con mucha variedad, pero es bastante endogámico. El bámbara es el idioma de una etnia, pero lo hablan todos; aparte del francés, que domina quien ha ido al colegio o se ha movido a la ciudad. La mayoría de los malienses habla varias lenguas.

La religión es profunda y muy mayoritariamente musulmana: el Islam es el centro de la vida cotidiana. Simulan ser respetuosos con quien no es musulmán y sirve para salir adelante sin medios. Hay iglesias protestantes y los católicos son cuatro. Practican religiones animistas y conservan creencias mágicas ancestrales: creen en espíritus de la naturaleza (guines) que pueden ser buenos y malos; quien los ve, se vuelve loco. Incluso se practica vudú, aunque en secreto. La prevención médica es muy difícil en un contexto así porque entienden la fiebre y otros síntomas como designio sobrehumano.

Insala (si dios quiere) se utiliza para todo. Es una muestra de educación y responden así a preguntas cerradas, “de sí o no”.

Los medicamentos les parecen caramelos y creen que los europeos son mejores. Ellos no los usan y tienen muchísimo mayor aguante del dolor. No hay cobertura sanitaria: hay que pagar todo.

No se habla de sexo. Los preservativos no se usan por varias razones: da vergüenza pedirlos en la farmacia, son caros, no les gustan a los hombres y Dios es el que gestiona las enfermedades.

No se habla de emociones.

Las familias son otro pilar, fundamental para la subsistencia en una sociedad tan pobre. Son muy grandes y patriarcales. La mujer depende primero del padre y del marido después; pedir permiso para todo está asumido e interiorizado. En Bamako se permite estudiar antes de casarse, pero a los 25 años se ha pasado el arroz. Los matrimonios concertados, entre niños de 13 o 14 años, son corrientes en las aldeas. Siempre, se entrega una dote a la familia de la chica.

La poligamia está permitida: un hombre puede tener hasta cuatro mujeres: su razón de ser es que "cuantos más hijos se tengan, mejor es la supervivencia". Los jóvenes ya no ven bien la poligamia y hay cierta ley (muy desconocida) que permite a la primera mujer vetar a las siguientes, pero en ciertas clases sociales sigue siendo símbolo de estatus. Los hijos de las familias polígamas compiten entre sí.

Las madres solteras, que abundan en Kanuya, el centro de acogida al que vamos, están discriminadísimas. "Por eso casan a las niñas tan pronto". A menudo se escapan, nadie se quiere casar con ellas, y están abocadas a trabajar de servicio, por un plato de comida, 7 euros al mes y un hueco en el rellano donde dormir. Hay abandono de niños, más que abortos, pero es díficil ocultar el embarazo, porque hay mucho cotilleo y todo el mundo se conoce.

Las viudas se vuelven a casar, porque una mujer sin marido no es nada, y muchas veces con hombres previamente casados, amigos del difunto. La madre pierde a sus hijos, que se van con la familia paterna, igual que en caso de divorcio.

La moneda maliense es el franco cefa (CFA): 5.000 de ellos equivalen aproximadamente a 7'5€.

Todo se compra. Hay mucha corrupción, la policía te para pidiendo 3.000 cefas (5 euros). Se pueden recuperar hijos por tener apoyo de una persona con dinero. Son ostentosos. Ganan 100 euros al mes y no ahorran: se lo gastan en comida o en móvil. Están aprendiendo a administrar lo que reciben y de sus familiares en Europa esperan que les regalen cosas. Se regatea, porque los precios pueden estar multiplicados por diez. Si 10.000 cefas son 15 euros, unas chanclas pueden costar… 600 CFA, como la bisutería y el cobre.

"Los blancos son millonarios", por supuesto. Somos objetivos jugosos de los timos, pero no roban y es un país muy seguro. Aunque ellos no lo entienden, es interesante pedir que te enseñen dónde vive la familia. Les hace ilusión y les da reputación que un blanco vaya a su casa. Saben que la vida en Mali es dura y se enfadan cuando se habla de lo malo de España, porque creen que es mentira. Los niños llaman “tubabu” constantemente a los blancos. Les hace gracia si les respondes “farafin” (negro).

Las adopciones internacionales, sin embargo, están mal vistas y consideradas como compra de niños. Tienen la idea de que es difícil que un niño se quede sin familia... pero los hay (con sida, por ejemplo).

La ablación está prohibida, pero se practica, y mucho, a escondidas. Es una forma de control de la mujer y su líbido o locura, "para centrarla".

Cultivan arroz, maíz, yuca, algodón, cacao y árboles frutales. Tienen burros y bueyes. La economía de gran parte de la población es de subsistencia. Un regalo típico es una bolsita de aceite de cacahuete o palma o de sal.

La comida consiste en arroz con salsas diferentes, de sabores raros, y frutas exquisitas como plátano (frito), papaya y sandía.

El atuendo genera competencia: el pañuelo no se utiliza para tapar el pelo, sino como elemento decorativo. Un adorno indica si una persona está casada o no. Una etnia se tatúa los labios de negro y muchas personas lucen rayas en las cejas por algún ritual supersticioso que les hicieron de niños. Se puede llevar escote, enseñar los brazos hasta hombros e incluso el pecho, que no es sexual: es común ver a madres dar de mamar. Sin embargo, hay que taparse de cintura para abajo, empezando por la rabadilla, y especialmente en ramadán, que es en agosto. Si enseñas el tobillo, se sorprenden. Es costumbre descalzarse en las casas.

La comunidad y las relaciones sociales con los vecinos son muy importantes. Los primos se consideran hermanos y son un apoyo. Tienen tiempo para charlar y solo el saludo es larguísimo. Todo su ritmo de vida es muchísimo más lento; “los días se hacen largos”. Son solidarios entre ellos y muy hospitalarios, pero también hay envidias y amistades o enemistades por apellidos. (Como en los pueblos españoles).

La educación no formal es importante. Los niños se desarrollan solos, con otros niños y sin "programas de estimulación". Hacen trabajos manuales y la vida al aire libre les sirve para el desarrollo psicomotor. Hay muchos niños y pocos juguetes, y se pasan dos años mamando. Hacen los mismos horarios que los adultos. La educación es más natural, por imitación en alimentación, sueño y conducta. Colaboran en casa desde los 4 años, especialmente las niñas.

El analfabetismo tiene en Mali una tasa altísima.

La educación formal se entiende como un privilegio. Solo un porcentaje pequeño va al colegio, pero los niños quieren ir, incluso estando enfermos. Juegan a ir al cole. La vara está a la orden del día y bien vista. También pega el hombre a la mujer, sin ocultarlo.

La muerte se concibe como cotidiana y posible: la mortandad infantil es elevada y en todas las familias se ha muerto algún niño. Se asume con resignación musulmana, “porque dios lo ha querido”, y se acepta con tranquilidad y estabilidad emocional.

Como curiosidad, los juglares (yelis) se dedican a cantar y hay que darles dinero: si cantan bien, para que se vayan, y si cantan mal, para que se paren. Se casan entre sí y su profesión se hereda.
A la vuelta, “mi análisis”.