31/8/10

Bandeja de entrada (1)

"Tendrás un montón de cosas que contar". Pues no sé, porque no sé por dónde empezar. Debería ordenar mis ideas primero, antes de empezar a hablar y mucho menos a escribir, pero quizá lo consiga más rápido volcándolas aquí, a modo de email que luego copiar y pegar. Perdonadme las incoherencias.

Por fin me siento con fuerzas de contar un poco lo que ha sido mi último mes. Parece que la congestión y la diarrea remiten y empiezo a sacar fuerzas de estos 61 kilos que se me han quedado.

Me ha encantado ir a Mali. Ha sido genial conocer un país al que de otra manera no hubiera ido nunca y que me ha sorprendido positivamente en muchos aspectos, aparte del flipamiento general que daba por descontado.

Es un sitio muy pobre, muy pobre, muy pobre, lo más pobre que he visto en mi vida, un lugar en el que entiendes las estadísticas que hablan de “sobrevivir con menos de un euro al día”. Pero es un país con muchas ventajas: es democrático, con mucha estabilidad social, una legislación más o menos de acuerdo con los derechos humanos, escolarización universal, relativamente poca incidencia de sida y en el que más segura me he sentido.

También es cierto que la legislación no se cumple: la ablación se practica a un 97% de mujeres, aunque esté prohibida; el 80% de la población es analfabeta. Aparte de la deuda externa y blablá, de alguna manera, las barreras las pone la propia sociedad.

He estado tres semanas en un centro de acogida de menores “en situación difícil”. Así lo describen, atinadamente, allí. Una problemática muy representativa es la de las madres solteras: niñas analfabetas, que van del pueblo a la ciudad a trabajar de servicio por cuatro perras (literalmente, menos de 10 euros al mes), quedan embarazadas y la patrona las “deja perderse” un día que van al mercado. En Kanuya las recogen y se preocupan de que estén debidamente atendidas hasta el parto, porque allí, ni los médicos tratan bien a estas chicas. Una vez que dan a luz, los psicólogos y educadores se encargan también de mediar con la familia, para que sean “readmitidas”.

También había niños encontrados en la calle (fugados porque se les maltrataba o abandonados por sus discapacidades psicológicas, por ejemplo), niñas acusadas por sus familias de robar, aunque, en este momento, ninguno con problemas con la ley, una niña considerada una maldición por su familia y ella misma, y muchos, incluso hermanos, que podían ir al colegio gracias a estar internos allí.

En realidad, todos estaban perfectamente cuidados por personas formadas. Como dijo Haby, una de las niñas: “Comemos bien, dormimos bien y nos tratan bien”.

Ellos, y todo el país, está muy preocupado por lo que vayas a contar a la vuelta. Se esfuerzan muchísimo por hacerse entender, ayudarte, etc. Y los blancos son un put* show, para bien o para mal. Te miran, te señalan, te saludan, te gritan, incluso te hacen fotos. (Como tú a ellos).

Además, hicimos dos excursiones, durante los fines de semana, muy interesantes: a un poblacho de mierd*, con casas de barro y techo de paja, sin luz ni agua corriente, con 300 habitantes, pero solo una decena de familias; y a una ciudad, antigua capital, con supuesto interés turístico. (Esto merece post aparte con fotos y anécdotas).

Y como comprenderéis, también tengo mis pegas... Pero en fin, que creo que ya estoy dando demasiada chapa. Abrevio: ha sido una experiencia muy positiva que no sé si repetiré.

1 comentario:

  1. Hola. Me gustaría enteder qué sentido tiene todo esto que escribes cuando luego sueltas : "Además, hicimos dos excursiones, durante los fines de semana, muy interesantes: a un poblacho de mierd*, con casas de barro y techo de paja".

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