27/7/10

Cooperación y desarrollo

La sesión quinta (y última) del Curso de Voluntariado sirvió para aclarar conceptos y lanzar reflexiones.

Los desastres pueden ordenarse según su gravedad:
1. Sequías. Son un mal menor por carácter pasajero.
2. Terremotos. Son imprevisibles y pueden dañar infraestructuras.
3. Tifones e inundaciones. Arrasan con todo.
4. Conflictos armados. El hambre se convierte en arma.
La ayuda puede dividirse según su objetivo:
1. Socorro. Es ayuda inmediata, pero no imparcial.
2. Ayuda de emergencia. Proporciona bienes básicos. De 0 a 12 meses.
3. Ayuda humanitaria. Debe planificar la recomposición del tejido social.

Hasta aquí, la ayuda humanitaria posterior al desastre se rige por los principios de imparcialidad, neutralidad, humanidad, independencia y universalidad.

A partir de aquí, la ayuda está condicionada por la política, el interés económico, la cultura e incluso la religión.

4. Acción humanitaria. Se defiende a la víctima.
5. Rehabilitación. Oportunidad para solucionar los errores.
6. Cooperación al desarrollo. Última fase de la intervención.
La cooperación al desarrollo nace después de la Segunda Guerra Mundial, por el sentido de obligación que provocan la Guerra Fría y la descoloniazación europea. Se establece un modelo (equivocado) de receptor y donante que impone sus condiciones.

La relación norte-sur se cronifica por la crisis del sistema. Después de cincuenta años de historia, poco o nada ha mejorado: la ayuda al desarrollo puede considerarse un fracaso.

Es difícil analizar el impacto de una acción, pero siempre debe estar enfocado en satisfacer necesidades que existan desde el punto de vista del beneficiario.

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